José Luis Granier no solo fue un pionero de la vitivinicultura boliviana. Fue también un anfitrión generoso, un apasionado por la tierra y un defensor incansable del trabajo bien hecho. Su visión trascendió el vino: creyó siempre en la belleza de compartir, en el valor de lo auténtico y en el arte de recibir con excelencia.
Este restaurante nace como un homenaje a su historia y a la esencia que dejó en cada rincón de la finca. Cada detalle desde el fuego que da vida a nuestra cocina, hasta el vino que acompaña cada paso honra su legado y lo transforma en una experiencia viva, cercana y profundamente humana.